La tesis del nunca acabar

El bloqueo mental durante la escritura de la tesis.

Tuve un compañero en el doctorado que era muy bueno para preparar las presentaciones de avances de investigación, además de ser él mismo un buen investigador. Diseñaba unas diapositivas con cuadros, figuras y textos (el power point aun no entraba en nuestras vidas), que quedaban como las de un profesional. Las imágenes proyectadas durante el seminario constituían un elegante soporte para su exposición oral que, de igual modo, la realizaba con tal maestría que fluía suave de una foto a la siguiente.

A medida que se acercaba la fecha límite para que entregara al comité de tesis el borrador de su trabajo, se le veía preocupado. Cada vez más tenso y perdido. Me lo llegué a encontrar en un cubículo del laboratorio, encerrado a piedra y lodo por su director de tesis, aparentemente escribiendo su tesis.

Su director estaba enojado porque el doctorante no avanzaba la redacción del documento. “¡Míralo, me decía, parece que está hipnotizado por el papel! ¡No escribe nada! Lo tengo que encerrar y mantener vigilado para que escriba, pero nada. ¡Eso sí, habla muy bonito en las presentaciones y en las reuniones, pero no puede decirlo lo mismo por escrito! ¡Tiene constipación mental!, decía cruelmente.” De lamentar fue que el compañero jamás pudiera encontrar la receta que sirviera para aliviar su constipación mental crónica, por lo que nunca terminó su tesis.

Otro caso que también conocí de cerca fue el de un compañero de trabajo que, como sucedió a Francisco González Bocanegra, autor de la letra del Himno Nacional Mexicano, fue encerrado en su habitación (en este caso por sus padres y no por su novia como Bocanegra), para que escribiera su tesis de maestría pues estaba a punto de perder el examen y, en consecuencia, de no obtener el grado.

Es común que cuando emprendemos la escritura de la tesis o de algún otro trabajo académico, súbitamente se nos vienen a la cabeza el montón de reglas que habrá que seguir para hacerlo correctamente, el tono y estilo en que tendremos que exponer las ideas, la ortografía, el formato apropiado que deberemos usar, y, peor aun, se nos da en pensar si gustará a los lectores el trabajo y qué impacto tendrá. Y todo esto se nos ocurre proyectando en nuestra imaginación el trabajo perfecto.

Y mientras más cavilamos así, más pensamientos anti-escritura nos surgen, y más nos atemorizamos. Con el espanto a la escritura instalado en nuestra mente, estaremos vencidos y atenazados por un insidioso bloqueo.

Podremos tener la información de lo que queramos comunicar por escrito, como los resultados de un proyecto de investigación, clara y clasificada, lista para ser amasada y convertida en inteligentes expresiones, pero… el bloqueo mental sigue ahí.

El bloqueo del escritor, que se manifiesta a la hora de tener que componer un trabajo de fin de curso o la tesis de maestría o doctorado, mal que por épocas o por el resto de sus vidas sufren incontables novelistas (ver la entretenida obra Bartleby & CO, de Enrique Vila Matas), no es mal de unos cuantos, son miríadas los estudiantes que lo padecen. Se puede decir que uno no está solo en la “bloqueidad mental”, pero tampoco esto es para consolarse.

Desgraciadamente, este que es un problema serio, a veces tanto o más difícil de contender y manejar entre los estudiantes que el planteamiento y desarrollo de sus propias investigaciones y que, extrañamente, no es percibido por las autoridades universitarias. Al menos no en México.

Existen muchas maneras de romper el bloqueo a la hora de organizar los avances y escribir la tesis. Una que emplean mis estudiantes es sesionar una vez por semana. En él no participo yo. Se trata de un seminario propio, donde también intervienen otros estudiantes, al que concurren llevando adelantos de sus trabajos de investigación. Ahí presentan y discuten temáticas, metodología, bibliografía, hasta problemas personales que afectan su desempeño, etc., y se apoyan unos a otros. Los resultados son asombrosos.

También es importante que lleven su diario de investigación de tesis, al menos una bitácora que escuetamente indique qué han estado haciendo. El diario, sobre todo si es reflexivo, les permitirá construir sus presentaciones y será material básico para sus escritos académicos. Este material, además de reflejar lo que se está haciendo, es una prueba material del esfuerzo que da confianza al estudiante, pues cuando se aproximan los seminarios de presentación de avances y no se tiene nada, el alumno se estresa y, por lo tanto, se bloquea.

Cuando un estudiante de postgrado termina su investigación de tesis y lo único que tiene para escribir su tesis son sus datos y algunas anotaciones dispersas, guardando el resto de su trabajo en la memoria de su cabeza, está en problemas. Para que esto no ocurra, el estudiante debe aprender a llevar un diario de investigación ya que sin duda es uno de los mejores remedios contra el bloqueo.

Pero para romper el bloqueo también debemos de cambiar muchas actitudes, al menos durante el tiempo que lleve escribir la tesis. La administración del tiempo es vital. Mientras más pronto se eliminen o reduzcan las actividades desintegradoras de las potenciales horas y minutos de trabajo, más tiempo tendrá el estudiante para conocer, manejar y controlar su estrés y su bloqueo escritural.

Victoriano Garza Almanza