20 Mitos Universitarios sobre la Escritura Académica y Científica

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Me considero un profesor serio que, durante el fin de semana, escribe novelas.

Umberto Eco

En el ambiente académico y científico universitario existen diversos mitos sobre la escrituralidad que, cuando se creen y se divulgan, afectan el desempeño de los profesores y estudiantes, como son los siguientes:

 1. El profesor investigador es el único que tiene asuntos sobre qué escribir y publicar.

Ha existido en el medio universitario mexicano la creencia de que los profesores docentes que se dedican exclusivamente a la enseñanza, no tienen ni qué ni por qué escribir. Lo único escribible (y publicable) son los resultados de la investigación de los profesores investigadores.

2.      El profesor investigador que escribe y publica no es un escritor.

En casi todos los medios universitarios de cualquier país se tiene la idea de que el científico escribe sus artículos y presentaciones porque así debe hacerlo, no porque sea un escritor.

3.      El investigador no escribe divulgación científica

La directora editorial de Crítica y Ariel Universitaria, Carmen Esteban, comunicó, en el evento del 50º aniversario de Las dos culturas de C.P. Snow, celebrado en Cádiz, que cuando invitó a científicos españoles a escribir libros de divulgación científica para difundir sus ideas entre el público de habla castellana, no encontró eco en su llamado. Las respuestas que obtuvo de los científicos contactados fueron dos: (1) “no tengo tiempo”, y (2) “no sabría cómo hacerlo”.

4.      La ciencia se escribe con fórmulas, palabras y pensamientos rebuscados.

Existe la falsa creencia de que el conocimiento científico debe comunicarse empleando el lenguaje más técnico, sofisticado o complejo posible, repleto de fórmulas, gráficas, e ilustraciones sólo entendibles para el experto. Quien no lo haga no debe tomarse en serio.

5.      El artículo, la conferencia o el libro, se escriben de un jalón.

Los académicos e investigadores suelen pensar que para elaborar cualquier clase de documento, el trabajo se hace en un solo intento, lo que Gray denomina “parranda escritural”. Algunos investigadores comentan que así lo hacen porque sólo trabajan bajo presión al agotárseles el tiempo de entrega. Esto es el resultado de no organizar la redacción de los documentos que se planean producir, y abalanzarse a escribirlos, trabajando día y noche, cuando la fecha de entrega está encima.

6.      Los investigadores sólo escriben para otros investigadores.

La audiencia que alcanza a distinguir a su alrededor el investigador que escribe y publica, es la de sus colegas. Lo que queda fuera de ese territorio no entra a sus consideraciones. El hábito de mirar así las cosas inhibe la eventualidad de que se dirijan o escriban para otro público que no sea el suyo (que además es minúsculo).

7.      La investigación del estudiante de posgrado (maestría o doctorado) debe estar terminada para que pueda sentarse a escribir la tesis o la disertación.

Comúnmente, los estudiantes de posgrado no escriben nada relacionado con su reporte final durante sus investigaciones de tesis. Llevan pulcras notas de los avances de su trabajo, pero dejan para el último momento, hasta que tienen los resultados completos y analizados, la escritura de la tesis.

8.      Los trabajos de ‘preescritura’  son la misma redacción de la tesis, el artículo, el libro o la presentación.

Muchas personas consideran que anotar pensamientos y ocurrencias sobre las investigaciones que llevan a cabo, redactar notas, elaborar bosquejos, llenar formatos, llevar un diario de campo, o elaborar cientos de fichas de investigación y clasificarlas, es escribir la tesis o el artículo o el libro, pero no es así, están equivocadas. Estas actividades, entre otras, forman parte de la primera fase de la escritura, que se conoce como ‘preescritura’, pero no reflejan, ni mucho menos son el producto final.

9.      El académico que escribe trabaja solitario cuando redacta sus textos, y no debe mostrar nada de lo elaborado sino hasta después de concluida su redacción.

Existe la creencia de que si otra persona ve lo que uno escribe, el artículo o libro se puede malograr. Además, se pasa por alto que en numerosas ocasiones la preparación de un artículo o una presentación es un trabajo colaborativo.

            La dinámica de los talleres de escritura, en especial los de artículos científicos, es de lectura y corrección de borradores de los participantes. Mutuamente se apoyan para leerlos, escucharlos con atención, mejorarlos y aumentar las probabilidades de que los editores lo acepten.

10.  El primer borrador del texto es el texto final terminado y listo para publicarse.

Quienes están aprendiendo a escribir artículos o reportes, habitualmente piensan que las ideas se escriben de un jalón y quedan listas. Se sientan, se inspiran, escriben, y terminan. Pero no es así, la verdad es que no tienen la menor idea del trabajo de revisión y edición que el texto debe recibir, y que, para preparar un buen documento, la redacción final puede tomar varios borradores.

            Por mencionar un caso, el Premio Nobel Ernst Hemingway escribió el último capítulo de su libro Farewell to arms 119 veces, hasta que quedó satisfecho con su trabajo. Hasta los mejores revisan y editan sus trabajos cuentas veces sea necesario.

11.  La escritura es un proceso lineal de la A a la Z.

Existe la errónea impresión de que en la elaboración de cualquier tipo de texto, las oraciones surgen encadenadas una detrás de la otra, linealmente. No existe la idea de la escritura iterativa ensayo – error, ir y venir, darle vueltas a los párrafos, enmendarlos, etc.; es decir, la escritura como un proceso sistémico con ilimitadas posibilidades y rutas de progresión.

12.  La escritura es asunto de bajar las ideas de la cabeza al papel o a la pantalla de la computadora.

Pasan por alto que la escritura es un asunto organizado y no desaliñado de papeles, notas, archivos, etc.

13.  “Si está claro para mí, está claro para los demás”.

Este mito es universal. Es así porque los investigadores redactan pensando sólo: (1) en sí mismos, (2) en quienes dictaminarán el artículo, (3) en sus pares, en ese orden.

14.  Existe la extraña idea de que el oficio de la escritura representa lo mismo para todos.

No hay dos conductas iguales para escribir. En realidad, cada persona desarrolla sus propias estrategias, y aprende a utilizar diversas técnicas y herramientas para elaborar sus escritos. Mucho ayuda el conocer cómo escriben otros, pero cada quien debe acometer esta tarea como mejor le convenga.

15.  El académico mexicano piensa en el ejercicio de la escritura como un penoso camino para alcanzar un producto, llámese artículo o presentación, y no como un proceso perfectible a través de prácticas rutinarias.

Particularmente, los estudiantes de posgrado ignoran que el proceso escritural es un conjunto de actividades, como pensar, seleccionar lecturas y leer (no únicamente lo que se tiene que estudiar), reflexionar lo leído, planear lo que se quiere escribir, preparar notas ––que no necesariamente se habrán de utilizar durante la redacción–, componer, revisar, editar, volver a componer, consultar, etc.

16.  La escritura académica o científica (léase el autor científico) no es responsable del efecto de los contenidos publicados.

Las repercusiones de esta forma de pensar pueden tener graves consecuencias a corto, mediano o largo plazo, pues si se investiga cierto tema acuciado por una obsesión personal o por el afán cientificista de un gobierno o de una corporación privada, y se descubren aspectos de la naturaleza cuyo manejo representa un alto riesgo (como la reacción en cadena que trajo consigo el desarrollo de la bomba nuclear), o se inventan cosas que puedan poner en trance la vida tal y como la conocemos (como los científicos de biología sintética que diseñaron dos nuevas letras moleculares que añadieron al DNA de una bacteria), y si no se tiene en cuenta la relación sistémica de este tipo de actividades con el entorno global, puede comprometerse la seguridad de la naturaleza. Los investigadores que trabajan a ese nivel acostumbran a defenderse diciendo que ellos no tienen la culpa de lo que encuentran y comunican, que eso es responsabilidad de quien hace uso de sus conocimientos.

17.  Los artículos de investigación deben ser elaborados por equipos y no por individuos.

Los sistemas de evaluación y certificación de investigadores han establecido a nivel global, casi legalizado, sin decirlo abierta y formalmente, que los artículos científicos y demás textos académicos tienen que ser de autoría coral, o sea, de varios coautores. La multiautoría, al menos en el ambiente de las instituciones de investigación superior y centros de investigación, se ha convertido en el modus operandi de la generación y divulgación del conocimiento.

18.  No se paga por publicar, no se cobra por escribir.

Los estudiantes de posgrado se asombran cuando se enteran de que en el medio científico hay que pagar por publicar, les extraña que después de todo el esfuerzo realizado durante la investigación, todavía tengan que gastar por la difusión de sus resultados. En la mayoría de los journals científicos los autores, o la institución que los respalda, pagan por publicar. Los costos pueden ir desde uno a varios cientos de dólares, depende de la calidad de la revista.

Pero a pocos investigadores se les ocurre que también hay colegas o laboratorios o empresas que pagan porque otros escriban para ellos. En el área biomédica es muy común que los laboratorios farmacológicos contraten investigadores para que escriban artículos a partir de sus resultados. En estos casos los investigadores no investigan, utilizan sus habilidades para redactar textos a partir de los datos que les proporcionan; otros son los que firman los artículos.

19.  Es el editor de la revista ––o mi asesor de tesis–– quien tiene que poner arreglo a mi gramática y estilo.

Estudiantes de posgrado e incluso jóvenes profesores, llegan a tener la idea de que no es asunto de su responsabilidad la correcta elaboración de un artículo o de una tesis, según sea el caso; esto es, sin errores gramaticales, de sintaxis, de estilo, etc. A su modo de ver, ese es el trabajo del editor o del asesor.

20.  Yo escribí este artículo, tú debes leerlo

El académico que es principiante en escritura, y muy a menudo también el avanzado, regularmente piensa que todo lo que escriba habrá de ser leído por todos sus pares y que, en consecuencia, su trabajo será un éxito. Lo cierto es que si el trabajo es muy local o superficial y no se discute algo novedoso, muy pocos se tomarán el trabajo de leerlo. Son muchos los factores que influyen en que el trabajo se vea y llame la atención.

                        También hay que tomar en cuenta que dada la rápida evolución de la ciencia, la vida útil de un trabajo científico de frontera puede ser de pocas semanas a meses.

Excerpta del artículo: Los Estudiantes Mexicanos de Posgrado en los Estados Unidos y la Escritura Científica: Consideraciones sobre la enseñanza y práctica de la escritura científica en México. CULCYT. Año 11, Nº 52. 2014.

Puedes encontrar el artículo en: http://bit.ly/2YMpKmt

Victoriano Garza Almanza

Frontera MEXUS

Martes 21 de mayo de 2019