¿Cómo hacer visibles los viejos ensayos de divulgación publicados en diarios y revistas?
Los ensayos extracurriculares de un académico, que además de sus artículos y libros formales algunos investigadores acostumbran escribir y publicar en periódicos o revistas locales para la gente común, o incluso en alguna desconocida revista universitaria para los estudiantes, están condenados a ser flor de un día.
Si nadie los vio, ni se interesó por ellos, ni tampoco leyó durante el breve lapso de tiempo en que el ensayo persistió, como producto de reciente hechura, en las páginas del periódico o la revista, difícilmente habrá quien los mire al día siguiente, y mucho menos una semana o un mes después. Antes de un año serán polvo.
Si el autor es de esas personas que escriben por mero impulso en sus ratos de ocio uno o dos ensayos al año, la verdad es que no tiene porque preocuparse por lo que pase con sus trabajos durante los próximos 10 años.
Pero si se trata de un creador que genera cuando menos entre 30 o 40 ensayos al año, si no es que más, entonces si debe de alarmarse por lo que suceda a su trabajo después de publicado. Sus ensayos irán a la hemeroteca del periódico o de la revista, un archivo muerto que pocos sabrán que existe y menos aún serán los que conozcan la forma de usarlo, que será lo mismo que mandarlos al olvido eterno.
El esfuerzo del autor podrá haber sido en vano para los propósitos que tenía cuando los escribió, como difundir una opinión, dar a conocer una percepción diferente de algún asunto, exponer y discutir una definición, etc., porque la audiencia a la que llegará el mensaje, si es que alguien lo lee, acaso acusará su efecto con un parpadeo.
Y si el autor es prolífico y la pasa mandando barquitos de papel al vertiginoso río de la información de medios masivos, ¿qué hacer para retomar la intención y darle un nuevo sentido al material generado?
Puede comenzar por seleccionar y catalogar algunos de sus ensayos, bajo el criterio que mejor le parezca. Luego, compilarlos en el orden deseado. Pero para que no le quede el volumen producido como un mero manojo de artículos, unidos tal vez por un hilo temático invisible pero horriblemente discontinuo, que harán saltar al lector del matorral al camino empedrado y luego a la blanda arena del arroyo, como habitualmente brincan las liebres del desierto en su carrera, y como lo ejemplifican muchos de los libros de compilación de ensayos actualmente publicados, entonces el autor deberá dedicarse a crear un tejido escritural que le de sustento y armonía.
La creatividad del autor tendrá que ser esmerada, quizá empleando citas, epígrafes, y otros artefactos literarios y hasta viñetas, para elaborar la urdimbre que soportará como un bastidor al conjunto de ensayos en su nueva apariencia, y así producir un original ejemplar.
Sin duda la moderna presentación de sus ensayos perdurará más, y acoplados como una orquesta constituirán una obra de mayor visibilidad y permanencia.
Victoriano Garza Almanza