Globos para flotar o como apoyarse en un socio para escribir la tesis
>
![Apoyarse en un socio para escribir la tesis
0 0 1 6 38 F 1 1 43 14.0 96 800x600
Normal 0 21 false false false ES-TRAD JA X-NONE
/* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:”Tabla normal”; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-priority:99; mso-style-parent:””; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin:0cm; mso-para-margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:10.0pt; font-family:”Times New Roman”;}](images/Catedral+de+Santiago+de+Compostela.+2+Traslado+de+las+campanas.jpg)
“Necesita globos para flotar”, es un dicho muy mexicano, y además despectivo, que se refiere a cuando alguien solicita la ayuda de otra persona para realizar cualquier tarea, aunque la pueda hacer por sí mismo; es decir, cuando uno piensa que no la puede llevar a cabo y, por comodidad o por inseguridad, busca a otro que le pueda echar una mano.
Hay momentos en la vida en que todos necesitamos “globos para flotar”. No hay nadie tan auto suficiente como para que prescinda del auxilio de alguien en situaciones difíciles o desventajosas.
En un asunto tan solitario como la escritura, ¿quién pudiera imaginarse que alguien necesitaría globos para flotar?, ¿qué precisaría de una persona, que tal vez no sepa redactar ni una carta y que probablemente se la conozca muy poco o nada, para ayudarse a sí mismo a escribir? No estoy hablando de musas ni de figuras inspiradoras. ¿Cómo está esto?
Antes de responder, podemos ver que en la vida diaria quien no tiene necesidad de escribir pues no escribe, ni más ni menos. Y sabemos que la mayoría de la gente sólo escribe cuando su trabajo se lo demanda y únicamente para asuntos laborales. Pero en el mundo académico, donde cada vez se hace más común el tener que preparar ensayos, reportes de investigación, reseñas de libros, presentaciones, artículos y demás, se escribe o se reprueba. Así de simple.
Pero cuando se trata de empezar la redacción de la tesis de investigación de la maestría o del doctorado, que suelen ser escritos ampliamente documentados y de gran extensión, para lo cual no nos han preparado en la universidad, ¿cómo hacerle? La preocupación no es para menos, pues, de acuerdo a reportes sobre el tema, una gran cantidad de estudiantes de posgrado no obtiene sus títulos debido a que son incapaces de escribir sus tesis.
Existen muchas estrategias para vencer este obstáculo, y salir del paso sin mayores problemas. Una de estas es la estrategia de usar “globos para flotar”; es decir, la utilización de un voluntario de todas nuestras confianzas para que nos apoye, que sepa lo que estamos haciendo, y que nos exija el cumplimiento de un compromiso adquirido con él o ella.
Se trata de pedir la ayuda a una persona seleccionada para que nos haga un seguimiento semanal, por así decir, a todo lo que vayamos escribiendo. La razón es que si confiamos en nosotros mismos, los plazos de entrega de manuscritos se nos vencerán, nunca progresaremos, siempre tendremos justificaciones para evadir el trabajo escritural, y, en consecuencia, fracasaremos.
En cambio, si contamos con alguien que esté pendiente de nuestro trabajo, alguien que se sienta en libertad de reclamarnos resultados –porque así lo acordamos-, que nos haga sentir mal si no le cumplimos, nos hará sentir obligados a escribir.
Esta manera de volver productivo a un aprendiz de escritor improductivo o a alguien que esté bloqueado no es nueva, pero tampoco es muy conocida. ¿En qué consiste? En unos cuantos pasos fáciles de seguir por cualquiera que tenga que cumplir con una tarea monumental, como la escritura de la tesis doctoral, y esté preocupado por aumentar su rendimiento, a saber:
Paso 1. Identifique entre sus amigos o familiares o conocidos a una persona que le merezca tal confianza y respeto como para pedirle (a) que sea su socio de escritura, y (b) que sea discreto. Es un asunto entre dos y, ¡ojo!, no tiene que ser un experto en el tema que se vaya a escribir. Tampoco tiene que ser alguien de demasiada confianza al cual, por lo mismo, al cabo de unas semanas, le quedemos mal, y que en lugar de reaccionar regañándonos pase por alto nuestro incumplimiento con una palmada en el hombro. Debe ser alguien que, por un lado nos exija, y que por otro nos preocupe fallarle.
Paso 2. Explicarle que “socio de escritura” es una persona que vigilará, según el tiempo convenido, que cumplamos con un plan de escritura previamente entregado a él o ella.
Paso 3. Elaborar un plan de escritura, no muy ambicioso para comenzar, y una estrategia de entrega de los avances.
Paso 4. Cumplir con el socio de escritura y atender sus comentarios.
Lo más recomendable es trabajar con entregas semanales. Para sellar el pacto, se proporciona al socio de escritura un plan bimestral o semestral sobre reportes semanales a entregar, para que tenga una guía del trabajo comprometido. A su vez el socio acusará de recibido, le echará porras al autor o le jalará las orejas, y le retroalimentará.
Otra manera práctica y simple, es la de trabajar en base a mini planes semanales, contactando al socio de escritura tres veces. Es como sigue: (a) entregar los lunes el mini plan de la semana, (b) reportar avances los miércoles, y (c) compartir lo que se elaboró de acuerdo al plan.
Otra manera consiste en convenir con el socio de escritura que uno escribirá 1,000 o 3,000 o determinado número de palabras, o que se tratarán X temas cada semana, durante un semestre o un año, por así decir, y al cabo de cada semana entregar los avances obtenidos.
Todo esto se puede hacer por correo electrónico.
A muchas personas les parecerá extraña esta forma de escribir, bajo la mirada de alguien, para alcanzar un objetivo, como la escritura de la tesis, un artículo o una ponencia. Pero el asunto, para que no se piense que se trata de algo aberrante, ya ha sido estudiado y probado por investigadores de la escritura académica.
Tal es el caso de Robert Boice, quien experimentó con grupos de estudiantes que participaron en sus talleres de escritura, a los cuales organizó en 3 bloques. El primer bloque decidió seguir escribiendo como siempre lo hizo, según le pegara la gana y el antojo; el segundo bloque aceptó escribir al menos 15 minutos por día y llevar un registro del número de palabras que escribía semanalmente; y el tercer bloque, que también escribió 15 minutos diarios, llevó un registro personal de sus escritos, y, por añadidura, se comprometió a entregar semanalmente sus avances a personas de confianza, que no eran otra cosa que socios de escritura.
Como resultado, Boice encontró que el primer bloque de estudiantes redactó, de manera profesional, 17 páginas en un año; el segundo bloque logró escribir 64 buenas páginas, también en el mismo período de tiempo; y el tercer bloque escribió 157 páginas de provecho en igual tiempo que los demás. Es decir, mientras que el primer bloque escribió apenas un capítulo, el tercero redactó un libro.
¿Qué obtiene, además de aumentar su productividad, el estudiante o el investigador que decide apoyarse en un socio de escritura, sobre todo en un socio que le exige cumplimiento?
Primero que nada, disciplina, pues cumpliendo evita ofender a la persona que se prestó a apoyarle, y se acostumbra a escribir con método. Luego, debido a que tiene que organizar un mini plan semanal que responda a un plan de trabajo de mayor alcance, como la tesis, aprende a enfocar sus energías en objetivos concretos y alcanzables en el corto plazo. También, el autor asimila que la escritura de un documento extenso, como la tesis, no se construye en una sentada, sino que se elabora poco a poco y a lo largo de semanas o meses. Esto último le enseña a ser paciente. Por todo lo anterior, pierde el miedo a escribir y, en especial, a emprender ambiciosos proyectos de escritura.
Tara Grey, quien también imparte talleres de escritura científica y académica, y que ha analizado a sus grupos de estudiantes, dice que “escribir diariamente y llevar un record de ello, incrementa la productividad por un factor de cuatro; pero escribir a diario y llevar un registro de lo anotado, pero además compartirlo con un socio de escritura, multiplica la productividad por un factor de nueve o diez”.
Es así como el trabajo solitario del escritor de tesis, que bien atine a acompañarse durante el trayecto con un socio de escritura, en vez de sufrir penosamente y a solas la redacción de la tesis como un viacrucis, aprende a disfrutarla, y, sobre todo, a concluir una obra.
Victoriano Garza Almanza
Frontera MEXUS
Octubre 8, 2013