El proyecto original de Margaret Shedd que llevó a la fundación del Centro Mexicano de Escritores (C.M.E.). Tercera parte

A cada cual su cruz. Umberto Eco.

A cada cual su cruz. Umberto Eco.

Resumen

El Programa de Escritura Creativa es separado del Mexico City College por Margaret Shedd para asegurar su sobrevivencia. Toma un nuevo nombre: Centro Mexicano de Escritores (C.M.E.) y se buscan nuevas estrategias de capitalización. Se describe el Iowa Writer’s’Workshop, programa académico de escritura creativa que sirvió de modelo a Shedd para concebir el Programa y el Centro. Declaraciones de Margaret Shedd en el 10º aniversario del C.M.E. Por bancarrota y por ocupar un inmueble prestado, que por fuerza tuvieron que entregar a sus propietarios, el Centro Mexicano de Escritores cerró sus puertas en el año 2005. La falta de recursos, las diferencias internas entre sus miembros y la ausencia de ideas para capitalizarlo, pusieron punto final a 54 años de actividades del CME. Lección contrafactual sobre cómo hubiera podido salvarse el Centro.

El Centro Mexicano de Escritores

Desde sus comienzos el taller de escritura creativa fue insostenible por falta de recursos, por lo que Margaret Shedd tuvo que sacar el proyecto del Mexico City College (MCC) y buscar financiamiento para capitalizarlo y mantenerlo vivo.

Quien primero la apoyó, de acuerdo a lo publicado por ella en el Books Abroad, en 1955, fue el Instituto Mexicano-Norteamericano de Relaciones Culturales, el cual en parte era financiado por la Fundación Rockefeller. Sin embargo, como era sabido que la Fundación Rockefeller venía subsidiando proyectos a México desde hacía más de una década (como el que existía en la escuela de agricultura de Chapingo en conjunto con la Secretaría de Agricultura), decidió ir directamente a la sede en New York y negoció apoyo para becas.

¿De dónde surgió la idea de los centros o talleres de escritura?

La Universidad de Iowa es considerada como el lugar que dio origen a los talleres de escritura creativa. En 1897 se ofreció ahí el primer curso de escritura creativa que se conoce. En 1922, bajo la dirección de Carl Seashore, y con la introducción de “un nuevo modelo para el estudio académico de las artes (…), se anunció que la Universidad de Iowa aceptaría el trabajo creativo como tesis para obtener títulos avanzados (de posgrado o maestría).”

“A partir de entonces se empezaron a ofrecer cursos regulares de escritura en los cuales los estudiantes seleccionados fueron instruidos por escritores residentes y visitantes”.

En 1936, Wilbur Schramm fundó el Iowa Writers’ Workshop. En breve tiempo el taller se convirtió en tradición y en modelo de enseñanza de la escritura. Comenzó reuniendo a reconocidos poetas y escritores de ficción, como Robert Frost, Robert Penn Warren, John Berryman, Dylan Thomas y Robert Lowell.

Esto propició la creación de comunidades de escritores que se reunían periódicamente para compartir sus trabajos y pulirlos, así como redes regionales y nacionales para organizar y promover actividades conjuntas. El resto de las universidades americanas tardaron en imitar a la de Iowa, pero poco a poco fueron siguiendo sus pasos y, debido a la demanda, en la actualidad existen numerosos programas de escritura en los Estados Unidos y en otros países.

Por el explosivo interés en el quehacer escritural que se dio en la segunda mitad del siglo XX, se especializó y diversificó la oferta de enseñanza de la escritura profesional. En la actualidad existen talleres de escritura orientados exclusivamente a la formación de comunicadores científicos o biomédicos, como la maestría de comunicación de la ciencia de la Universidad de California en Santa Cruz o el Professional Science Masters in Scientific Writing de Temple University o el de Technical Communication de Northeastern University.

Los estudiantes de posgrado de algunos países avanzados también acostumbran organizarse para aprender a documentar y redactar sus tesis. Bajo la conducción de alguien que sabe cómo coordinarlos, establecen talleres y seminarios de escritura de tesis de maestría o disertación doctoral para concluir sus tesis a tiempo.

10º aniversario del Centro Mexicano de Escritores

“En agosto de 1961, escribió Margaret Shedd, el Centro Mexicano de Escritores celebró su décimo aniversario. En este período, ha otorgado noventa becas a setenta y seis escritores, en su mayoría mexicanos y a algunos norteamericanos, y ha visto publicar cincuenta y seis libros como resultado de las becas.

“Esto es solo una parte del registro, porque uno necesita saber quiénes son estos setenta y seis escritores: Juan Rulfo, cuyo Pedro Páramo (Grove Press) ha entrado en traducción y publicación en siete idiomas; Juan José Arreola, el encantador satírico; Carlos Fuentes, quien ha provocado su propio revuelo tanto en casa como con la publicación en los Estados Unidos de su novela Where The Air Is Clear (Obolensky); Rosario Castellanos The Nine Guardians (Faber & Faber, London & Vanguard, N.Y.); Emilio Carballido, Sergio Galindo, Sergio Magaña, Montes de Oca. De hecho, es difícil encontrar un escritor mexicano joven y talentoso que no haya recibido el estímulo del Centro. El monto de la beca es suficiente para marcar la diferencia entre no tener tiempo y tener tiempo suficiente para escribir”.

“También existe el programa de traducción y publicación llevado a cabo por el Centro, que sin duda puede atribuirse en buena parte por el despertar de un amplio interés de los Estados Unidos en los escritores mexicanos. Un contacto agradable y productivo es con Rutgers Press (Conquerors and the Conquered, editado y traducido por Patricia de Fuentes, una miembro del personal; y una nueva y hermosa traducción de Sahagún por Thelma Sullivan, miembro del Centro) y otros en proceso de negociación con Louisiana Press (City Built on a Lake, una antología de la Ciudad de México, editada por Felipe García Beraza y Margaret Shedd) y con la University of California Press. Bajo una subvención especial, el Centro está trabajando a través del subdirector Ramón Xirau en una antología muy completa de literatura mexicana, siendo editada y traducida por Lysander Kemp; Grove Press publicará esto”.

“La pequeña casa en Río Volga # 3 cerca del Ángel en Reforma, que ha sido el hogar del Centro durante la mayor parte de los diez años, ya no tiene espacio para las muchas actividades marginales que parecen caer en el dominio del Centro. Hay un flujo constante de visitantes interesantes; hay mesas redondas, por ejemplo, justo ahora con Williard Van Dyke, David Myers y sus asociados que están en México haciendo una película documental; también, el otoño pasado, el Centro estaba feliz de cooperar con la Biblioteca del Congreso y el Dr. Francisco Aguilera llegó a grabar a escritores mexicanos contemporáneos que leían sus propias obras; o el esperado intercambio con el nuevo Taller Literario en la Universidad de Concepción, en Chile, bajo la dirección de Fernando Alegría”.

“También existe cooperación con asociaciones literarias. Un miembro del personal, Felipe García Beraza, asistirá al sexto seminario sobre la adquisición de libros latinoamericanos. Hay un boletín bimensual de libros Recent Books in Mexico y una página de libros en The News (Ciudad de México). Parte del éxito del Centro se debe a su excelente Junta, primero presidida por don Alfonso Reyes, luego por don Julio Jiménez Rueda y ahora por don Carlos Prieto. Otros miembros han sido o son Arnaíz y Freg, Antonio Castro Leal, José Luis Martínez, Efrén del Pozo, Eduardo Suarez, Julio Torri, Agustín Yáñez. El apoyo financiero es aproximadamente mitad y mitad entre las fuentes estadounidenses, incluida la Fundación Rockefeller, y las fuentes mexicanas, como el Banco de México, la Universidad Nacional, Fundidora de Monterrey, el Instituto de Bellas Artes, el Lic. Ramón Beteta, The News.”

“Pero, como de costumbre, el éxito más sólido y consecutivo proviene de una idea, una idea que el Centro siempre ha defendido y vivido, el principio de que la comunicación cuando es operativa siempre trae resultados creativos. Se trata de la comunicación que se da entre los jóvenes escritores cuando tienen la oportunidad de escribir; y la comunicación entre escritores mexicanos y norteamericanos, que implica la crítica de los manuscritos de los demás y una comprensión personal vívida y a largo plazo; y existe la comunicación entre los miembros del personal, todos los cuales son escritores y los grupos becarios, entre el personal y la Junta, que en parte está formada por hombres de negocios con aprecio por las artes y escritores en parte establecidos como (Agustín) Yáñez o (Octavio) Paz. El Centro agradece cualquier resultado de estos intercambios. Y da la bienvenida, también, a los visitantes norteamericanos interesados. Las puertas están abiertas todas las tardes entre las cuatro y las ocho”.

Margaret Shedd. México, D.F. Hispania, Vol. 44, No. 4 (Dec., 1961), pp. 695-696. Journal oficial de la American Association of Teachers of Spanish and Portuguese (AATSP)

¿Qué pasó con el Centro Mexicano de Escritores?

Después de que Margaret Shedd se retiró del Centro y regresó a los Estados Unidos, con ella se fueron las ideas sobre cómo manejar, promover y financiar un ente como el Centro Mexicano de Escritores. El CME se cerró en el año 2005. Diferentes causas dieron al traste con el proyecto de Shedd: Primera: Canibalismo puro entre sus miembros, desde el principio hasta el fin. Existen incontables anécdotas al respecto. Segunda: Desorganización. Tercera: Bancarrota. Carecían recursos. Cuarta: Incapacidad para desarrollar una estrategia de capitalización para recabar fondos. Quinta: La obligada devolución del inmueble que, sin pagar renta, ocupaban. Cuando el comodato se les venció, la Secretaría de Salud, que era la propietaria, exigió su devolución. 20 años tardaron en regresarlo al ministerio de salud, y en 20 años no encontraron a donde mudarse. Si no les hubieran exigido el lugar, posiblemente, entre remilgos y pobrezas, aún existiría el Centro.

Lección contrafactual. ¿Cómo se hubiera capitalizado el CME?

(1) Pudieron haber creado una especialización de escritura creativa similar a los Master in Fine Arts (MFA) de los Estados Unidos

(2) Ofrecido talleres como los del Iowa Writers’ Workshop

(3) Elaborado proyectos de largo plazo con fundaciones de arte, medicina, ciencias y otras (fundraising)

(4) Establecido una fundación con donaciones de escritores mexicanos exitosos –ex becarios CME– y empresarios auspiciantes del arte (matching funds)

(5) Generado convenios con instituciones de educación superior privadas –de las que se saben todos los trucos para generar y administrar dinero– como el Tec de Monterrey (ITESM) o la Universidad Iberoamericana (Ibero), o la misma Universidad de las Américas –el antiguo Mexico City College– lugar donde Shedd fundó el programa de escritura creativa.

(6) Vinculado, con fines de fortalecimiento, con alguna universidad o instituto internacional, como la propia The University of Iowa donde se fundaron los talleres de escritura, o Cornell University o Columbia University

(7) Renunciado al centralismo para fundar centros de escritura filiales al CME en las principales ciudades de la República Mexicana

(8) Impulsado la escritura nonfiction, la profesional, la científica y académica, además de la escritura creativa

Claro que ya todo esto es contrafactual, agua pasada, pero lo sucedido al CME es una lección para darnos cuenta de cómo a veces –casi siempre en este país– los pensadores no son nada prácticos. Tergiversando lo que escribió Antonio Tabucchi en La gastritis de Platón, al aludir una nota de Umberto Eco publicada en su columna La bustina di Minerva, “un intelectual es incapaz de llamar a los bomberos ni aunque se le esté quemando la casa… con él adentro”.

Mucho hubiera ayudado al CME tener escritores de ficción, pero para el género de grant proposal.

Colofón

“Según ella [María Luisa Bombal, 1910-1980], aquí [en México] nadie era capaz de inventar nada; todo libro mexicano importante resultaba ‘plagio’ de una obra previa y por supuesto extranjera, del mismo modo que la poesía europea anterior al romanticismo remite siempre, y en este caso voluntariamente, a un modelo griego o latino”. José Emilio Pacheco

“Es tan grotesco que me produce ternura”. Jorge Ibargüengoitia, becario del Centro Mexicano de Escritores.

Victoriano Garza Almanza

Cd. Juárez, Chihuahua

Frontera MEXUS

Jueves 26 de Septiembre del 2019

 El proyecto original de Margaret Shedd que llevó a la fundación del Centro Mexicano de Escritores. Primera Parte. Verla en: http://bit.ly/2m1fQ2a

El proyecto original de Margaret Shedd que llevó a la fundación del Centro Mexicano de Escritores. Segunda Parte. Verla en: http://bit.ly/2kxpeKE