Semblanza de una escritora: Rachel Carson y los 50 años de Primavera Silenciosa

Este mes de septiembre se están cumpliendo 50 años de la publicación del libro de Rachel Carson Primavera Silenciosa (1962–2012).

A cuarenta y ocho años de la muerte de Rachel Carson, su obra, Primavera Silenciosa (Silent Spring), permanece como principio y referencia obligada del ambientalismo mundial. En ella destacó el peligro que representaban los plaguicidas para el ambiente y la salud, lo que provocó la ira de los agricultores, industriales, numerosos científicos y del propio gobierno, quienes la acusaron de retrógrada y comunista. Después de haber sido acusada de alarmista y demandada ante las autoridades, y de que unos pocos investigadores aportaran pruebas en su descargo, la visión que dejó sobre el impacto del desarrollo de la tecnología en la naturaleza se extendió por todo el mundo. Sin embargo, su muerte prematura le impidió ver el efecto de su obra en la gente.

Primavera Silenciosa fue la primera declaración pública de lo que los plaguicidas estaban causando al ambiente. Este fue el último libro que Carson escribió hasta antes de su muerte, aunque años atrás ya había publicado numerosos artículos y libros de divulgación científica. Pero sus escritos no solamente enseñan hechos, sino también actitudes.

Rachel Carson no sólo fue una científica, sino que también fue considerada por algunos como artista de la escritura científica, una perfeccionista en la comunicación clara y en el uso de ritmos y sonidos. Ella misma creía que no había separación entre la literatura y la ciencia. Enriqueció a sus lectores a través de los sentimientos así como del intelecto. Carson creía que el contenido debe determinar la forma.

La madre de Rachel le enseñó que las cosas intelectuales y el sentido de la dignidad personal importaban más que el éxito social. Para Rachel, el éxito financiero solamente era interesante por la posibilidades que ofrecía: dedicar su vida a escribir y una cabaña para refugiarse en la costa de Maine.

Por más de dos décadas trabajó para el gobierno federal, primero en el Bureau of Fisheries y luego en el entonces recién creado Fish and Wildlife Service, donde elaboró numerosos cuadernillos para informar a la gente sobre variedades de pescado alimenticio, protección de poblaciones frágiles de peces, épocas de veda, etc. Así, Carson ascendió constantemente en el servicio gubernamental escribiendo y editando publicaciones, que iban desde la revista Progressive Fish-Culturist hasta folletos que urgían a los estadounidenses a comer más pescado.

Despiadada con sus propios escritos, igualmente trató de elevar los estándares de la prosa técnica. Acuñó el título de Conservación en Acción para la serie de libritos que publicó, que eran agradables para leerlos y mirarlos, que estaban impresos en atractivo formato y papel, y con ilustraciones que destacaban. Carson demostró que las publicaciones gubernamentales podían ser de atractiva lectura y útiles para construir una cultura de la naturaleza.

En el quinto libro de la serie: Cuidando nuestros recursos naturales, publicado en 1948, Rachel estudió la filosofía ecológica implícita en los primeros folletos. Diez años antes, a finales del los años treinta, para tener otras entradas económicas, Rachel había comenzado a escribir para el suplemento dominical del periódico Baltimore Sun. Sus historias cubrían tópicos marinos y temas orientados a la conservación. Raramente recibió más de diez o quince dólares por cada trabajo. Algunos pasajes de los artículos reaparecieron posteriormente en su libro Under the Sea-Wind.

Por necesidad, permanentemente buscó incrementar sus ingresos mediante la publicación de artículos y reseñas de libros en revistas locales y nacionales. Entre tanto, trabajaba en su libro Under the Sea-Wind durante las noches. El libro apareció en noviembre de 1941, es decir, días antes del ataque japonés a Pearl Harbor, y, aunque fue bien recibido, sólo se vendieron pocas copias.

Durante la II Guerra Mundial, la enorme cantidad de conocimiento oceanográfico que con fines militares se generó, la indujo a planear un segundo libro; una obra sobre el mar aún más completa que la anterior, la que tituló: The Sea around Us. Para escribirlo tuvo que realizar una monumental tarea de investigación y organización. Incluso, en dos ocasiones, se aventuró a navegar e incursionar en el fondo del mar.

Gracias al apoyo de su amiga Marie Rodell, Rachel estableció el hábito de publicar los capítulos de sus libros en revistas, antes de la aparición del propio libro. Esto le valió mayores ingresos, publicidad y un premio de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS).

Intencionalmente, Carson evitó el humor en sus escritos porque quería ser tomada en serio. En aquellos años existía la creencia de que si se era mujer y se quería que la gente le pusiera atención a la seriedad de lo que comunicaba, se tenía que ser muy cuidadosa.

Después de que Rachel publicó su libro The Sea Around Us, fue brutalmente  atacada de palabra por individuos que ponían en tela de duda su autoría, afirmando que una obra de tanta calidad no podía haber sido realizada por una mujer. Ella respondió a sus detractores diciendo que “no estaba interesada en cosas hechas por la mujer o por el hombre, sino en cosas hechas por la gente.”

Más tarde, Rachel “vivió en carne propia” la producción de su siguiente libro, The Edge of the Sea, explorando las playas que estaba describiendo, y escribiendo el libro basado en sus propias investigaciones y experiencias.

Desde el año 1944 en delante, Carson supo de las advertencias que unos cuantos científicos estaban haciendo sobre el uso riesgoso del DDT, en el sentido de que podían destruir tanto a insectos dañinos como insectos benéficos, y alterar el equilibrio ecológico. Algunos de sus colegas habían escrito sobre las posibles consecuencias que estos productos representaban en el largo plazo. Poco más tarde, en los años cincuenta,  hubo reportes sobre los efectos del DDT en la “cadena alimenticia”, y de cómo se concentraba y acumulaba la sustancia en los tejidos grasos. La cuestión era que esa información sólo la conocían algunos cuantos científicos y no la gente.

Después de que se puso a escribir Primavera Silenciosa, supo que el tema era muy explosivo y que la presión en su contra, por parte de las instituciones y la agroindustria, iba a ser muy grande; la preocupación era tal que estaba estresada y ansiosa por no dejar escapar información hasta que el trabajo estuviera terminado. Un párrafo seguía al otro; cada hecho invitaba a mayor información. La esperada fecha de término era continuamente aplazada.

La publicación del libro fue como un estallido de luz en la oscuridad que hizo abrir los ojos a todo el mundo, literalmente hablando, y por la denuncia civil que hacía ––tal y como ella lo sospechó–– levantó un enorme revuelo entre los industriales de los insecticidas, agricultores, autoridades y científicos, todos ellos en su contra.

En abril de 1964, 19 meses después de la aparición de su libro, Rachel murió sin que se le hubiera hecho justicia a su trabajo, ni tampoco se le ofreció disculpa alguna por los agravios cometidos en su contra.

Frank Graham, autor del libro Since Silent Spring, publicado en la década de los setentas, revisó los antecedentes y encontró que el problema de la contaminación ambiental por plaguicidas había empeorado después de la muerte de Carson, a pesar del impacto de la obra en los medios científicos y sociales, de la lenta aceptación por parte de los involucrados de que Rachel estaba en lo correcto, y del activismo ambiental mundial que despertó.

Primavera Silenciosa es uno de esos raros libros que hacen historia, no exactamente incitando a la guerra o a la lucha pacífica, sino alterando la dirección del pensamiento del hombre. En la actualidad Silent spring es considerado como uno de los 100 libros de ciencia más importantes del siglo XX. El concepto de reverencia por la vida, fue el eje central de su filosofía.

“Si no hubiera escrito el libro, decía Carson, las ideas hubieran encontrado otra salida. Pero conociendo los hechos como yo, no descansé hasta haberlos sacado a la luz pública.”

Victoriano Garza Almanza