De la enseñanza de la escritura. 5

“Se hizo” versus “lo hice”

Tanto en la comunicación científica como en la académica es costumbre escribir en tercera persona, una voz pasiva donde el autor parece no haber compartido la experiencia que expone en lo que informa. En cambio, en la literatura, el autor puede jugar con la expresión escrita  como se le antoje y nadie le reconviene por ello. Estará bien o mal escrito, gustará o no, pero hasta ahí.

En una antología de las notas de trabajo de Ernst Hemingway sobre el asunto de la escritura y la importancia de la primera persona, dijo:

“Cuando empiezas a escribir en primera persona, si lo haces de manera tan real que la gente lo crea, entonces los lectores pensarán casi siempre que tus historias en verdad te sucedieron. Eso es natural porque, mientras las elaborabas, tuviste que hacer que le sucedieran a la persona que las contaba.

“Si puedes hacerlo, empiezas a conseguir lo que pretendías, que es hacer la historia tan real, más allá de cualquier realidad, que llegará a ser parte de la experiencia del lector y parte de su memoria.

“Habrá cosas que no registró al leer la historia o la novela (o el ensayo, planteo yo); que, sin que se diera cuenta, entraron en su memoria y experiencia; de modo que forman parte de su vida.

“Lograrlo no es sencillo”.

Fuente: Manuscrito no publicado de la colección de la Biblioteca Kennedy, R19, T178.

Esta rica experiencia de contar en primera persona, que señala Hemingway, en lo cual era un verdadero maestro, se pierde al escribir las cosas en tercera persona.

En algunas universidades americanas permiten que los estudiantes de posgrado, sean de maestría o doctorado, escriban sus tesis y disertaciones en primera persona. Esto rompe con los cánones establecidos, de escribir esta clase de documentos de defensa profesional en voz pasiva, pero lo hacen aduciendo que, al escribir en primera persona, el estudiante adquiere una mayor responsabilidad por lo que hizo y porque intenta sostener con hechos y argumentos intelectuales lo que encontró en su investigación.

En los comunicados científicos de las denominadas ciencias duras esto todavía no ocurre, pero ya se observa en las sociales y económicas, como en las humanidades.

Respetando el uso de reglas y costumbres, por las cuáles el científico debe escribir y publicar en tercera persona ––si no nadie le publicará sus artículos especializados––, pienso que el investigador debería experimentar abandonando la voz pasiva.

Para que no se quede con las ganas y sin saber cómo sería escribir en primera persona, aventúrese a escribir ensayos de divulgación científica, al cabo que en este terreno no hay regla fija que valga.

Victoriano Garza Almanza