El camino a la tesis
No pocos profesores universitarios que tomaron conmigo el curso–taller de escritura científica estaban, en ese momento, empantanados con la escritura de sus tesis de doctorado. Y llenos de esperanza, deseando encontrar ahí la formula que les sacara de tan peligroso terreno, se inscribieron conmigo.
El curso de escritura científica, que es el que solicitan regularmente, no está diseñado para tal propósito pero, cuando por la encuesta que previo al entrenamiento levanto y me entero de las necesidades individuales, reestructuro un poco el programa para hacerlo más realista y práctico; pues, al fin y al cabo, de lo que se trata es de ayudarles.
Los tesistas de doctorado que usualmente encuentro son personas muy preocupadas por su compromiso, estudiantes a los que el tiempo se les vino encima y están a punto de que se les venza el plazo de entrega de sus tesis.
El problema no es tanto que no hayan concluido su investigación, generalmente a estas alturas ya lo hicieron. Tiene archivos con montones de datos de sus investigaciones de campo o laboratorio, analizados los resultados, y hasta algunas figuras, gráficas y tablas. Lo que no saben hacer es cómo decir por escrito lo que hicieron, cómo y con qué lo hicieron, qué encontraron, y qué significa lo encontrado, así grosso modo.
A veces parece increíble hallar estudiantes de doctorado, sobre todo que sean profesores universitarios, que no puedan elaborar un texto científico o académico (en el formato de la tesis) que presente de principio a fin la investigación realizada, que no sepan cómo presentar los resultados y, mucho menos, armar una discusión de los hallazgos a la luz de otros trabajos relacionados y de la realidad.
Recuerdo que cuando estudié en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UANL, había muchos jóvenes que habían terminado sus tesis de licenciatura pero que tardaban en presentar el examen profesional. Esto se debía a que en ocasiones les tomaba más tiempo escribir la tesis que lo que les llevó en hacer sus investigaciones.
Le ponían tanta enjundia a sus proyectos que, al terminarlos, sólo tenían entre sus manos montones de datos que por sí mismos no decían nada, al menos no eran entendibles a otras personas mientras no estuvieran sostenidos por un argumento literario que los explicara.
Los profesores que se acercaron a mí en los cursos de escritura, aquellos que tenían problemas con la redacción de sus tesis doctorales, adolecían del mismo problema que los jóvenes de la facultad de biología. Tenían todo el equipo para subir a la montaña pero no sabían cómo dar el primer paso, y, lo peor, tampoco se sentían preparados para hacerlo. No encontraban quien los guiara. Estaban mentalmente bloqueados e incapaces de escribir siquiera un párrafo de la tan deseada tesis.
Cuando alguien llegó hasta este punto y no tiene ni siquiera esbozos de su quehacer investigativo, construir el trabajo de tesis desde su origen hasta el presente, independientemente de que cuente con bases de datos rebosantes de información, le costará mucho esfuerzo.
Deberá revisar de nueva cuenta los antecedentes que dieron origen al proyecto, esto se cruzará con la obligada revisión de información más actualizada que quizá opaque la visión que tuvo dos o tres años atrás. Y así, evaluando todos y cada uno de los aspectos del proyecto, tendrá que pasar por un nuevo tamiz su estudio, y todo por no organizar una estrategia para escribir la tesis desde el mismo planteamiento de la propuesta de investigación de tesis.
Ocasionalmente un estudiante de doctorado pasará las de Caín, con al menos dos o tres propuestas rechazadas por el comité de tesis, antes de que encuentre el ansiado tema. Entonces, el camino hacia la escritura de la tesis dará inicio desde el preciso momento en que su propuesta de investigación sea aprobada y se convierta en el protocolo de tesis.
Posteriormente mostraré una estrategia que he venido trabajando con mis estudiantes de posgrado, desde hace más de 14 años, que les ha permitido subir a la montaña sin perder el resuello.
Victoriano Garza Almanza