Sobre bibliotecas virtuales y la investigación
Me permito compartir el discurso inaugural del III Coloquio del Observatorio Ambiental, que tuvo como tema “Las bibliotecas virtuales y su uso en la investigación”, realizado en El Colegio de Chihuahua el 15 de noviembre, 2012.
Palabras de inauguración
Buenos días a todos los presentes. Gracias por acompañarnos en este que es el III Coloquio del Observatorio Ambiental.
Quiero expresar mis saludos a los señores y señoras del presídium. Agradezco la presencia de los representantes institucionales, la participación de los ponentes, la audiencia en general, y el apoyo de nuestros compañeros del colegio para que este evento pudiera organizarse y llegar a este punto inicial.
Son varios los motivos que en el colegio tenemos para interesarnos en las bibliotecas virtuales, electrónicas o digitales. Uno de ellos, quizá el que más nos ha acicateado para hacer este camino, es porque desde hace 5 años creamos y subimos a la red la Biblioteca Virtual Ambiental del estado de Chihuahua. Sin embargo, quiero decirles que para llegar al asunto que hoy nos tiene aquí, el tema del III Coloquio del Observatorio Ambiental, Las bibliotecas virtuales y su uso en la investigación, tomó un largo tiempo de maduración. Quisiera explicar por qué.
En el año 2006, cuando abrió sus puertas El Colegio de Chihuahua, el Programa del Observatorio Ambiental proyectó la creación de una biblioteca que contuviera información especializada sobre el medio ambiente del estado de Chihuahua, una biblioteca construida no con libros de papel, sino con libros, artículos, tesis y otros materiales publicados electrónicamente.
La idea era buscar, detectar, identificar, colectar, seleccionar, y catalogar el material existente en la red, que fuera de acceso libre y que hiciera referencia al ambiente físico y natural del estado de Chihuahua, para ponerlo al alcance de los investigadores y del público interesado, a través de un solo sitio en la página web del colegio. Por supuesto que la recolección del material no se haría arbitrariamente, desde un principio se procedió a realizarlo sistemáticamente y siguiendo criterios y normativas de bibliotecas que manejan acervos científicos.
Los objetivos básicos de la biblioteca fueron cinco:
(1) promover el conocimiento y entendimiento de la naturaleza y de la problemática ambiental de Chihuahua, mediante la disposición del material de acceso libre en un solo sitio
(2) reconocer qué investigadores y qué instituciones, de dentro y fuera del estado, e incluso de otros países, han estado realizando estudios ambientales sobre la entidad en los últimos años
(3) identificar la temática que más preocupa o interesa a los investigadores y a sus instituciones, públicas o privadas, y, en consecuencia
(4) tomar nota de los temas que son ignorados o apenas tocados, y
(5) lograr que la información estuviera disponible en la red para acceso libre.
Pero la creación y desarrollo de la Biblioteca Virtual Ambiental del Estado de Chihuahua no paró ahí, en llegar a ser una estructura digital cargada de materiales clasificados; también se empezó a utilizar en actividades propias del Observatorio Ambiental, como ha sido su uso en la preparación de propuestas de investigación, presentaciones, pósteres, artículos, hojas técnicas, e incluso permitió la elaboración de al menos dos hojas cartográficas del Atlas de Chihuahua y su diversidad, que el colegio está a punto de publicar en próximas fechas.
Asimismo, como en un principio la información contenida en la biblioteca no era demasiada, se imprimieron discos compactos, debidamente registrados ante Indautor, para que el usuario pudiera llevarla a lugares distantes donde no hubiera internet, y hacer uso de ella.
Pero el verdadero motivo por el cual se creó la Biblioteca Virtual Ambiental era que, según detectamos, no existía una política ambiental ni una política científica que basaran sus planes y programas en una caracterización de la verdadera problemática ambiental de Chihuahua.
Por default hay asuntos, como los del agua, que atraen a las mayorías y preocupan a los investigadores, pero también advertimos que existen otros problemas de suma importancia, como la deforestación de los bosques de la sierra, que contienen la más amplia variedad de pinos del mundo, o los efectos del cambio climático, o la extinción de especies endémicas de Chihuahua, o el tráfico ilegal de especies silvestres, entre muchos otros, que no son abordados ni política, ni académica, ni científicamente, y que, sobre los cuales, inferimos por la información que hemos obtenido, existen pocas señas de que hayan sido metódicamente estudiados para ofrecer soluciones.
La biblioteca virtual, que ya cuenta con más de 1,300 documentos especializados y una cantidad similar en estado de evaluación, y que sigue creciendo, creemos que ya contiene información suficiente para entender parte de la problemática ambiental del estado y tomar nota de lo que aún queda por estudiar, para elaborar una agenda de investigación e intervención ambiental, y para ahondar en esas áreas que están emergiendo como preocupantes para el desarrollo estatal, como es el impacto de la violencia y la inseguridad en el ambiente.
Pero ahora déjenme ir todavía más para atrás en el tiempo. En 1990, cuando comencé a trabajar en la Organización Panamericana de la Salud, en su oficina regional en El Paso, Texas, conocí un centro, de la misma organización, que está en el Perú; se trataba del Centro Panamericano de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, mejor conocido como CEPIS.
Entre muchos proyectos ingeniosos que había ahí, uno llamó mi atención, uno que se denominaba REPIDISCA, que quiere decir Red Panamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental. Este proyecto, dirigido por la Lic. Martha Bryce, tenía en toda Latinoamérica y el Caribe una extensa red de colaboradores, agrupados en sociedades como la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (AIDIS), que recolectaba toda la información científica e información gris que sobre todos los temas ambientales posibles se generaba en los países de la región.
El CEPIS registraba y catalogaba rutinariamente la información que se iba agregando, y con cierta periodicidad publicaba boletines de sus catálogos, mismos que se distribuían a las oficinas regionales de todos los países de América y al AIDIS. Trabajando de esta manera, crearon un banco de información tan rico, que cuando uno necesitaba algún documento, sólo había que solicitarlo.
El material tenía un costo. No económico, sino el intercambio de otra publicación o documento no publicado; es decir, era una especie de canje. Pero también tenían otra moneda de cambio, los cupones. Si uno entregaba al CEPIS cierta cantidad de impresos de conferencias, copias de artículos, reportes técnicos, manuales o libros, en retribución se recibían cupones que le permitirían a uno permutarlos por otros materiales. Así, el trueque de información ambiental se daba en toda Latinoamérica, principalmente en donde había conferencias, entrenamientos o reuniones de política ambiental.
Paralelamente, la biblioteca de la OPS en Washington también nos apoyaba con recursos bibliográficos. La biblioteca central tenía un amplio catálogo de journals, del cual seleccionábamos los que nos interesaban, y de temas, que cruzaban con los journals elegidos. Así, semana a semana nos remitían como archivos electrónicos, en disquetes, la información más actualizada sobre el área de nuestra especialidad.
También, antes del surgimiento público de la internet en 1993, mediante el uso de módems teníamos acceso a bases de datos científicas en línea, servicio que a ciertas instituciones de educación o gobierno ofrecían algunas compañías privadas en los Estados Unidos, servicios que eran contratados por la Oficina de Campo en El Paso para eficientar nuestro trabajo como consultores.
Y si bien, en el trabajo uno estaba acostumbrado a apoyarse en fuentes de información, como las bibliotecas universitarias o públicas que había alrededor, que mientras más actualizadas mejor, como la de la Universidad de Texas en El Paso, estas tres diferentes formas de obtener material documental especializado, arriba mencionadas, junto con la aparición de la internet y las nuevas tecnologías de comunicación, nos sembraron la idea de las bibliotecas virtuales.
Así, volvemos al principio, a lo que fue la creación de la Biblioteca Virtual Ambiental que, desde hace al menos tres años, participa como entidad de colaboración con la Biblioteca Virtual en Salud Fronteriza México-Estados Unidos de la Organización Panamericana de la Salud.
Pero el proyecto tampoco para ahí, las ideas siguen germinando. El pasado mes de febrero tuvimos aquí, en El Colegio de Chihuahua, un foro sobre publicaciones académicas electrónicas; y hoy, este III Coloquio de Las bibliotecas virtuales y su uso en la investigación.
Por último, dedo mencionar que el mayor logro del colegio en este año es la construcción del edificio anexo, que en tres semanas concluye, y que albergará una biblioteca mixta, con una parte física, para lo básico, y una biblioteca virtual, con sus propios servidores para hospedar nuevas y diferentes bases de datos.
Como pueden ver, un proyecto trae a otro proyecto, y así, hasta donde nos encontramos.
Bienvenidos nuevamente a El Colegio de Chihuahua. A partir de este momento, siendo las 09:30 hs del 15 de noviembre del año 2012, se declaran inaugurados los trabajos del III Coloquio del Observatorio Ambiental. Les deseamos a todos un fructífero esfuerzo que genere nuevos caminos.
¡Muchas gracias!
Victoriano Garza Almanza