Escribe para sanar: Una lección de Baruch Spinoza
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Escríbelo todo…, antes de que pierdas el juicio.
Spinoza
El médico Joannis Van Loon fue amigo y admirador de Rembrandt, el pintor holandés, y lo acompañó durante los últimos momentos de su muerte, acaecida el 4 de octubre de 1669.
Rembrandt murió en la peor de las miserias, en total quiebra, sin propiedades –incluida su colección de arte– y sin poseer siquiera lo mínimo necesario para pagar al menos su féretro y su entierro. Por tal motivo, el médico Van Loon, por la amistad y la gran admiración que le tenía, pagó las exequias fúnebres.
La triste situación que rodeó la muerte de Rembrandt, llevó a Van Loon a hacerse una serie de cuestionamientos sobre la falta de piedad en el género humano y lo desagradecidas que son las personas, aquellas que en determinado momento recibieron alguna clase de ayuda y que cuando se las necesita retribuyen con indiferencia. Tanto le estuvo dando vuelta a estas ideas y a la muerte del genio sumido en la pobreza, que pronto cayó enfermo “en el alma” él mismo.
Debido a esta inesperada situación que lo derrumbó físicamente, Van Loon fue a reposar a casa de otro amigo, la del famoso científico Christiaan Huygens. Casualmente, en ese lugar se encontró con otro sabio famoso, el filósofo Baruch Spinoza, con quien tuvo la oportunidad de conversar.
Spinoza, conocedor de la obra de Rembrandt e interesado en las circunstancias de su deceso, le pidió a Van Loon que le relatara la triste historia de la muerte del pintor. Y así, durante 4 días consecutivos, Van Loon narró con todo detalle lo que ocurrió durante los últimos días de vida del Rembrandt.
“ ––Doctor, cuenta Van Loon que lo interrumpió Spinoza, por ese camino irás a parar a un asilo de lunáticos, y según me dicen no es un lugar demasiado agradable.”
Con calma y claridad de visión desacostumbrada, confiesa Van Loon, contesté:
“––Si, amigo mío, ya lo sé. Pero, ¿qué puedo hacer para evitarlo?”
La respuesta de Spinoza fue totalmente inesperada:
“––Escríbelo todo y libérate de ello, antes de que pierdas el juicio.”
Siguiendo el consejo de Spinoza, Van Loon escribió su experiencia médica durante las últimas horas de Rembrandt, y dijo sobre la recomendación de Spinoza:
“La receta ha sido eficaz. Y ahora me veo en mi vejez, de la manera más inesperada convertido en autor. No me propuse escribir un libro, pues soy médico y no escritor. Pero, ¿qué importa? (…) y así me despido de esta obra de amor, que tan útil me ha sido durante los días de mi convalecencia.”
En esa escueta recomendación dada a Van Loon se destaca la profunda visión del filósofo Spinoza, quien había observado que, para tratar uno mismo sus propios “desbalances” mentales, la mejor terapia que había era la de escribir amplia y claramente sobre ellos… o cargar con ese lastre hasta el final.
En la actualidad algunas escuelas de psicología se emplea esta técnica, más o menos desde la década de los 80 del pasado siglo, pero, ¿acaso sabrán que Spinoza la recomendó alguna vez y que la persona que la puso en práctica, Van Loon el médico de Rembrandt, reaccionó positivamente a esta terapia?
Una de las varias maneras en que se aplica esta técnica, la de escribir sobre los problemas que son una carga mental, es llevar un diario y anotar todo eso que preocupa o molesta a la persona. Cuando el problema es complejo y está muy avanzado, los psicólogos recomiendan escribir una memoria sobre el asunto. A veces esa memoria se convierte en un libro, que también es un basurero de las emociones que tanto le dañan a la persona. Escribir sobre tus problemas es una buena manera de desintoxicarse.
Muchas veces pensamos que estamos inventando algo nuevo como la “terapia escritural”, pero si miramos hacia atrás encontraremos que, como el caso del consejo de Spinoza a Van Loon, eso que nos parece original y novedoso ahora ya estaba ahí desde antes.
Victoriano Garza Almanza
Frontera MEXUS
Sábado 20 de octubre del 2018