¿DE DONDE VIENEN LAS IDEAS?
“Cuanto más desorganizado está tu cerebro, más inteligente eres”. Steven Johnson
Esta era que nos tocó vivir está llena de sorpresas. Diariamente encontramos en la TV, la radio o la prensa impresa, en noticieros de internet y en los medios sociales que nos mandan avisos al celular, y en quien sabe cuántas formas más, raros inventos o la novedad de que mejoraron objetos que antes servían para una cosa y ahora para otra.
No es lluvia, sino diluvio de originales productos que pronto son sustituidos por otros. Apenas logramos pagar el iPhone 8 cuando ya está el nuevo iPhone 11. Y en cuestión de semanas el software de nuestro ya viejo teléfono celular perdió la capacidad de manejar las nuevas aplicaciones para el modelo más reciente.
Pero, bueno, parece que uno va queriendo ascender al piso de arriba por una escalinata eléctrica que viene en sentido contrario al de nuestros pasos. Por más que uno trata de ascender, la escalinata nos regresa al punto de partida.
Quizá uno haga un alto en el camino y piense, ¿caray, de dónde salen tantas cosas tan increíbles? ¿De dónde sacan sus ideas los creadores? Y me refiero no únicamente a los que desarrollan artefactos o procesos tecnológicos o científicos, sino también a los que escriben y filosofan.
Todo mundo produce ideas
En esto de producir ideas, todo mundo lo hace. Si las buenas ideas tuvieran comprador el planeta estaría lleno de millonarios, pero lo cierto es que no es así, de cada 10 millones de ideas una es muy buena, y no todas las muy buenas ideas pegan en el mercado o son para el momento histórico en que vivimos (como los hornos de microondas para la cocina que se desarrollaron en 1946, después de la II Guerra Mundial, pero que no se comercializaron sino casi 40 años después, en la década de los 80’s). Ya que si no se puede encontrar comprador –no quien la adquiera financieramente, sino quien se convenza de sus bondades y le dé entrada para desarrollarla–, hasta ahí habrá llegado la brillante idea. Pero como en este planeta habitamos 7,620 millones de humanos y contando, con que arrojemos fuera de la cabeza una idea cada 10 segundos, siempre habrá por ahí una que otra que sea brillante y que quizá prospere.
A veces (¡muchas veces!) también escapan de la extinción algunas malas ideas; basta observar lo que ocurre a nuestro alrededor para darnos cuenta de que muchísimas malas ideas, en forma de productos o acciones inconvenientes, pululan y merman por doquier.
Pero, ¿cómo se generan tantas ideas? ¿Qué medio de cultivo las nutre y hace crecer? Existen muchas maneras. El baño en agua caliente o el afeitado son momentos alucinantes para muchas personas.
La ducha genera ideas
Muchos científicos y escritores, por ejemplo, dicen que se les ocurrió la maravillosa idea que los llevó al invento del siglo o al Nobel de Literatura mientras estaban en la bañera. Y esto no es nuevo, le sucedió a Arquímedes hace poco más de 2,200 años. O el caso del prolífico novelista y cuentista Paul von Heyse, Premio Nobel de Literatura 1910, a quien las cálidas aguas de su bañera le inspiraron algunas de sus historias.
Quemar calorías produce ideas
El ejercicio físico intenso y frecuente, como correr, nadar, y andar en bicicleta, es buena fragua de ideas. En tanto que el cuerpo se desintoxica y se fortalece, y el cerebro se tonifica, la imaginación se enfoca en temas específicos y se revoluciona para gestar una idea tras otra. Es por esto que muchos hombres de negocios hacen ejercicio al aire libre o se van al gimnasio para evaluar situaciones de trabajo y crear soluciones.
El escritor japonés Haruki Murakami decidió correr para conservarse físicamente sano cuando había resuelto dedicar su vida a la escritura. Desde entonces, Marukami no ha dejado de correr ni de escribir mentalmente sus novelas mientras trota para luego verter su creación en la pantalla de la laptop.
Ejercicios de impacto, como el ‘punching bag’ o saco de boxeo es también una buena manera de quemar calorías y generar ideas. El ‘bouncing ball’ o bote de la pelota rápida, ayuda a mantener un equilibrio mental mientras se pelotea la bola bajo diferentes rutinas, y se estimula el pensamiento creativo.
A cada paso, una idea
Caminar, caminar y caminar. Se puede caminar sólo –inmerso en los propios pensamientos–, leyendo un libro y reflexionando los argumentos del autor, o acompañado y conversando. Se puede caminar calzando huaraches, tenis, mocasines, botas o descalzo. A toda velocidad, paso moderado, o displicentemente. Como quiera que se camine, los pensamientos adquieren una sintonía diferente a cuando se yace acostado o apoltronado.
Thomas Mann, premio Nobel de Literatura 1929, escribió que la caminata le ayudaba a aclarar su mente y a escribir lo que redactaría cuando estuviera frente a su escritorio. Steve Jobs solía caminar cuando negociaba con alguien, cuando discutía proyectos con sus colaboradores, o cuando a solas le daba vueltas a sus asuntos.
En una ocasión descubrí por azar en un aeropuerto italiano al filósofo chino Lin Tai Wao, a quien tuve la oportunidad de escuchar breves minutos, y circunstancialmente surgió la pregunta incontestable: ¿de dónde sacan los creativos sus ideas? Con su muy peculiar forma de ser y decir las cosas, manifestó:
“El pasado es una mina de ideas, el presente un colorido carnaval para vivirlo, y el futuro una jungla que explorar”.
Colofón: Como historiador, uno puede permanecer en el pasado. Como emprendedor, vivir el presente. Como tecnólogo, inventar el futuro.
Victoriano Garza Almanza
Ciudad Juárez, Chihuahua
Frontera MEXUS
Lunes 23 de Diciembre del 2019