¿Por qué es tan aburrida la literatura científica y académica? [PARTE 1]

La investigación científica puede ser tan apasionante, entretenida y arriesgada para quien la realiza, como las misiones ficticias de Indiana Jones. El escenario de una aventura científica puede ser el laboratorio universitario, un submarino en el fondo del mar, la biblioteca pública, el escarbadero de antiguas ruinas, un globo aerostático sobre las montañas, o el último reducto de una selva tropical, eso qué importa. Para el investigador entusiasta de su propio trabajo –que de tanto gustarle convierte en hobby–, el entorno puede ser cualquier sitio que reúna las condiciones necesarias para llevar a cabo sus indagaciones.

En la sobremesa o en el aula, el investigador puede encantar a sus oyentes, desde sus hijos hasta sus padres o a sus alumnos, contando de viva voz y con enjundia los pormenores de cómo hizo su trabajo y cuáles fueron los trances por los que tuvo que pasar para alcanzar lo que buscaba… o que encontró por casualidad. No importa si se trata de la descripción de una microscópica bacteria de nuevo registro, de procesos génicos, de jeroglíficos mayas, o de una excursión al ártico. Por grande o pequeña que sea la investigación, al final será una aventura intelectual que llenó de satisfacción al científico.

Pero… la realidad es que la divulgación científica de sobremesa o de salón de clase casi nunca ocurre. Regularmente el científico deja sus ideas y pensamientos de trabajo fuera de casa o de su enseñanza.

El asunto es, y, claro, así lo mandan los cánones, cuando comunica oficialmente los resultados de su trabajo, el científico utiliza el lenguaje técnico de su disciplina o ciencia. Estos comunicados, sean como conferencias o en forma de artículos científicos (que es lo convencional), van pensados y dirigidos a sus colegas y pares que conocen y entienden la dimensión de su mundo. A esas gentes lo que interesa son los resultados que los estudios arrojan, y no tanto la forma –mucho menos el estilo– en cómo se presentan.

Como los científicos siguen formatos dados para presentar sus trabajos (el esquema IMRYD es el más famoso. Para mayor información vea “El artículo científico” en: www2.uacj.mx/IIT/CULCYT/Enero-Febrero2005/9Pub_o_p.pdf), esto ha venido a traer una despreocupación entre ellos por intentar escribir una literatura científica más creativa,  imaginativa, y con sentido humano que comunique, como si de un cuento se tratara, los resultados de sus investigaciones. Simplemente, el modelo retórico sería diferente pero más atractivo, como alguna vez lo fue en el pasado. En consecuencia, la aceptación del IMRYD como plantilla universal ha generado un estilo “cuadrado” de hablar y escribir, un estilo de notario público… el estilo científico.

Yo no digo que sea fácil investigar, ¡para nada!, pero tampoco es fácil escribir; no digo bien, sino medianamente coherente y entendible. Y como la mayoría de los científicos e investigadores no son escritores, ni les interesa serlo, a ellos les basta aplicar la fórmula del IMRYD –como una receta mágica para encriptar y desencriptar todos los sabios comunicados– para dar a conocer el fruto de su trabajo. Publicar para no perecer. 

Por tal razón, cuando el astrónomo estadounidense Carl Sagan comenzó a comunicar su trabajo de forma amena, allá por los años 60’s y 70’s del pasado siglo XX, le llovieron críticas por parte de los académicos universitarios y los científicos. A tal grado fue el rechazo por su forma de decir las cosas (coloquial pero culta) que, haciendo referencia a la música disco que estaba en boga a finales de los 70’s, los medios especializados y la comunidad científica que lo rechazaba dieron por llamarle el “disc scientist” o “científico disco”. Pero, además, Sagan encontró que al hacer divulgación científica se sensibilizaban los dueños de los dineros (fundaciones) con sus ideas, y fue así que obtuvo grandes financiamientos para sus proyectos científicos. Sagan no lucho en contra de que el discurso enredado de los científicos contemporáneos se hiciera más transparente, pero sí porque el suyo lo fuera.

En el próximo post publicaré algunas de las características y reglas que hacen que los comunicados científicos sean tediosos, muy aburridos o de plano soporíferos.

Victoriano Garza Almanza

Frontera MEXUS

Febrero 3, 2015.

Correo electrónico vgarza@uacj.mx