Historias íntimas: Del Facebook a la tesis doctoral autoetnográfica
No hay manera de eliminar al observador –a nosotros– de nuestras percepciones del mundo.
Stephen Hawking
[1] Compartir lo íntimo con el mundo: La WWW
La tecnología de la información y la comunicación, que ha evolucionado aceleradamente y que hoy es de acceso universal, permite transmitir toda clase de datos. En este escenario, y a través de las redes sociales, medio mundo comparte fotografías y videos de su vida cotidiana, confiesa gustos y deseos, infortunios y desazones, y también reparte retos a desconocidos por lo que se le antoje y disguste, cuenta enredos y líos de sus conocidos y familiares, y habla de sus propias debilidades, de sus sueños, de sus triunfos, y de sus enfados.
Como si las redes sociales fueran la barra de la cantina, sobre la que antaño los mareados bebedores confesaban sus penas al cantinero mientras este les servían copa tras copa, ahora el cantinero es cualquiera que se asome a su Facebook, Instagram, Twitter o lo que sea, donde el ‘mareado tomador’ expone públicamente sus penas y tristezas o sus alegrías. Sobre esta nueva ‘barra de cantina’, los usuarios sacan la cartera y muestran la foto que se tomaron con el jugador o cantante de moda, ufanándose de ello ante cualquier extraño que se acerque a mirar. Son una especie de monólogos ante el espejo. Así, las redes sociales son, en esencia, esa barra de los bebedores donde se mide el pulso de los cientos de millones de usuarios.
Los medios sociales son la ventana perfecta para los voyeristas, mirones, fisgones, juzgones, entrometidos, husmeadores, acosadores, y toda clase de individuos que se deleitan con lo que otros publican, sin empacho alguno, sobre sus vidas íntimas. Hay quienes gustan de verse, pero también hay quien sólo disfruta mirando.
[2] Contar la historia de vida: El libro
La autobiografía, las memorias y los diarios personales, son de antiguo formas de comunicar al público lo que el autor vivió. Comúnmente, esto lo hacían personas que reunían ciertas características:
a) que sabían leer y escribir
b) que tenían cierto linaje (nobleza) o pertenecían a algún gremio de sujetos educados, como médicos, profesores, políticos, militares o religiosos
c) que creían que tenían algo que contar (en realidad, todo el mundo ha tenido o tiene algo que contar, pero pocos lo hacen de esta forma)
d) que tenían experiencia y habilidad para redactar sus historias (que no todo el que sabe leer y escribir tiene la habilidad para comunicarse por escrito y hacerlo entendible)
e) que tenían intención de hacer públicas sus historias
f) que había un medio, una casa editorial, ansiosa por publicar esas historias de vida, y
g) que existía un público lector pronto a recibirlas
Vale mencionar que, de acuerdo al Publishers Weekly, la revista de los editores y libreros americanos, que semanalmente publica las listas de los bestseller, los libros que con regularidad tienen una gran venta en los Estados Unidos suelen ser las memorias. Estas, consisten en retratos personales bien escritos por:
(1) desconocidos de ayer y famosos de hoy, como Tara Westover –que de la noche a la mañana se hizo de un nombre–, o
(2) de famosos por su trayectoria personal o profesional, como Michelle Obama.
Las memorias de ambos personajes –Educated de Tara Westover y Becoming de Michelle Obama– se mantienen hoy día como bestseller en los primeros puestos de venta en los EEUU.
[3] Investigar la propia vida: La tesis
A partir de los estudios etnográficos, investigaciones acerca de costumbres y formas de vida de otras culturas, al antropólogo Karl G. Heider se le ocurrió que en vez de él observar y estudiar y tomar notas sobre una tribu, pedir que los miembros de esa tribu le contaran quienes eran ellos; cómo eran sus vidas (individuales); de qué manera se relacionaban entre sí, con su medio natural, y con los extranjeros, como el propio Heider.
Ese enfoque generado por un giro metodológico aparentemente simple, donde yo ya no observo al sujeto sino que lo escucho, produjo el surgimiento de una nueva disciplina: la autoetnografía.
¿Qué es la autoetnografía?
Escuetamente, según la antropóloga Deborah Reed-Danahay (1997), “es el estudio de un investigador individual sobre su propia vida y su contexto”.
Y explica: “su significado puede variar. Una consecuencia de esto es que existe una superposición considerable con otras etiquetas, como investigación cualitativa, trabajo de campo, método interpretativo y estudio de caso, que también tienen límites semánticos difusos… no existe una distinción clara entre la etnografía y el estudio de las historias de vida individuales”.
¿A quién se le ocurrió hacer de sí mismo su tema de investigación doctoral?
A partir del artículo What Do People Do: Dani Auto-Ethnography, que Heider publicó en 1975, pieza de literatura científica tenida como la fundadora de la autoetnografía, y que al mismo tiempo influyó en estudiantes de posgrado de antropología y después de otras disciplinas, los estudiantes de doctorado comenzaron a pensar si en su existencia había materia suficiente para (auto) investigarla y hacer de este asunto su tema de tesis doctoral, con muchos acabaron convenciéndose de que sí lo había.
¿Permiten estudios autoetnográficos las universidades?
Estamos hablando de hace poco más de 40 años. Los estudiantes de artes y humanidades vieron en la autoetnografía un planeta recién descubierto que había que explorar. Pero no les fue fácil incursionar, los primeros estudiantes que recibieron aprobación para realizar investigación sobre sí mismos eran personas física o mentalmente enfermas. Resulta que, mientras estaban inscritos en la universidad, algunos fueron diagnosticados con linfoma de Hodgkin, con Asperger, con cáncer pulmonar, con bipolaridad, y sentían que les quedaba poco de vida o que podrían encontrar la forma de conocer y manejar sus realidades. Argumentaron que investigar profesionalmente sus experiencias orgánico morbiles a partir del trato que recibían del personal médico y asistencial, que por lo general no era bueno, sus difíciles relaciones familiares y amistades, sus tratamientos y demás, reportaría información valiosa para futuros pacientes.
Poco a poco, universidades de Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, fueron dando oportunidad a esta clase de estudios. Algunas tesis llegaron a convertirse en guías de ayuda para personas con problemas similares a los de los autores.
[4] Caso de tesis doctoral autoetnográfica
Existen miles de tesis autoetnográficas, algunas ya son icónicas; sin embargo, me parece aleccionador e interesante el caso de Cigdem Yumbul, que se sale del patrón de los autoestudios doctorales. Cigdem era una estudiante de posgrado cuando, en el año 2014, debido a una explosión en la mina Eynez en Soma, Manisa, Turquía, que mató a 301 mineros y lesionó a otros 487, acudió a auxiliar a sus compatriotas. La experiencia que tuvo durante 11 meses como directora de proyecto asistencial, al apoyar a los familiares de los muertos, a los heridos y a las familias de estos últimos, la concientizó sobre la problemática mental que había en el sitio, y su contacto con esa realidad le proporcionó su tema de investigación doctoral.
En el resumen de su tesis se puede leer: “Esta disertación autoetnográfica se compone de observaciones acerca de las transformaciones de las familias y mineros afectados luego del desastre, y reflexiones sobre mis experiencias como mujer, trabajadora de salud mental e investigadora, después de 11 meses de vivir y trabajar en un campo traumatizado”.
Sobre su metodología, dice: “Utilicé lentes posmodernas, feministas, críticas y ecológicas, y analicé diarios personales, declaraciones a los medios, discursos de familias y redes sociales para construir una autoetnografía crítica mientras documentaba mis propias experiencias. Presenté una documentación detallada de los esfuerzos de socorro de salud mental post-desastre, y de las operaciones realizadas en los centros, así como mis reflexiones sobre los desafíos y los logros del proyecto. Las consecuencias psicosociales del desastre observadas en los sobrevivientes, los padres de las víctimas, los hijos y las esposas, resaltaron las causas sistémicas y los impactos de la desgracia, así como la posibilidad de un crecimiento post-traumático y una capacidad de recuperación en las familias si se promueve en la comunidad la solidaridad, el apoyo psicológico y social adecuado”.
[5] Conclusión
Sobre los estudios de investigación doctoral autoetnográficos, lentamente se fueron abriendo las mentes de los profesores y autoridades educativas, y ahora no es extraño encontrar personas realizando autoetnografía en áreas tan dispares como la ingeniería, los deportes y los negocios, y en temas como el racismo, la migración, la narcoviolencia, la maternidad, la enfermería, etc.
No obstante que abundan los programas de posgrado que bajo ciertos criterios aceptan los temas de tesis autoetnográficos, son todavía más numerosos los centros de investigación y universidades renuentes a concederle valor a la autoetnografía como ruta de investigación doctoral.
A través de estos tres modos de contar la propia vida: (1) los medios sociales, (2) la autobiografía, memorias y diarios, y (3) la tesis doctoral, el principiante de doctorado de cualquier disciplina puede encontrar sustrato para tejer historias de investigación que le valgan un título. Quizá sólo así llegue a conocerse a sí mismo. ¿Será?
Referencias
Heider, K. 1975. What Do People Do: Dani Auto-Ethnography. Journal of Anthropological Research, Vol. 31, No. 1
Reed-Danahay, D. 1997. Auto/Ethnography: Rewriting the Self and the Social. GB: Oxford: Berg.
Yumbul C. 2017. Life in Soma, Turkey, after the mining massacre of 2014: An autoethonographic account of mental health relief efforts to affected families. University of Minnesota. Doctoral dissertation. http://bit.ly/30pZNcU
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Victoriano Garza Almanza
Ciudad Juárez, Chihuahua
Frontera MEXUS
Jueves 11 de julio del 2019